“¡No mires demasiado tiempo al fuego, oh humano! ¡No te duermas cuando empuñas el timón! No vuelvas la espalda a la brújula; atiende a las primeras indicaciones de la caña del timón. No creas en llamas artificiales. Mañana, con luz natural, brillarán los cielos; los que a la luz de las resplandecientes llamas parecía demonios aparecerán a la de la mañana con aspecto totalmente distinto y, desde luego, más amable. El sol glorioso, dorado alegre, es la única lámpara verdadera. ¡Todo lo demás, pura ficción!”
Melville, Herman. Moby Dick. Madrid: Alianza / El País, vol II, 2004, p. 193.
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