Biblioteca automática

«Yo estaba trabajando con la bibliotecaria automática, que respondía a mis operaciones eyectando una ficha donde se leía la lacónica inscripción <<Falta en el catálogo>>, o amenazaba ahogarme bajo una catarata de obras de física especializada. Sin embargo, yo no tenía ganas de abandonar la vasta sala circular; me sentía a mis anchas entre esas hileras de cajones repletos de microfilms y de cintas grabadas. Situada en el centro mismo de la Estación, la biblioteca no tenía ventanas; era el sitio más aislado en el gran caparazón de acero, y yo me sentía aislado, pese al fracaso manifiesto de mis búsquedas.»

Lem, Stanislav. Solaris. Barcelona: Minotauro, 2008, p. 128.

Deja un comentario