Buen rollito

«Lo que prevalecía en todas estas composiciones era, por un lado, una melancolía cultivada y fomentada, por otro, un chorro opulento y arrollador de ‘palabras finas’, además de una tendencia a meter con calzador palabras y frases especialmente estimadas hasta que acababan por carecer de sentido; y, para colmo, una peculiaridad que indefectiblemente las marcaba y desfiguraba era la intolerable e inevitable moraleja que coleaba lastimosamente al final de cada una de las composiciones. Cualquiera que fuese el tema, todo el mundo se empeñaba en devanarse los sesos hasta darle la vuelta al mismo, de modo que adquiriera algún matiz edificante para la gente religiosa y de buenas costumbres.»

Twain, Mark. Las aventuras de Tom Sawyer. Madrid: El País, 2003, p. 169-170.

Trabajo y juego

«Había descubierto, sin darse cuenta, una de las principales leyes que rigen el comportamiento humano, a saber, que para hacer que un hombre o un muchacho codicie una cosa, sólo hay que hacerla difícil de conseguir. Si Tom hubiera sido un gran filósofo, como el autor de este libro, se hubiera dado cuenta de que el Trabajo consiste en lo que uno está obligado a hacer y de que el Juego consiste en lo que uno no está obligado a hacer.»

Twain, Mark. Las aventuras de Tom Sawyer. Madrid: El País, 2003, p.24

Recuerdos de infancia

«Aunque mi libro es principalmente para el entretenimiento de muchachos, espero que no por eso sea desdeñado por los mayores, ya que una de mis intenciones ha sido recordar a los adultos con agrado lo que ellos mismos fueron en otro tiempo, y cómo sentían y pensaban y hablaban, y en qué raras empresas se metían a veces.»

Twain, Mark. Las aventuras de Tom Sawyer. Madrid: El País, 2003, p. 7-8