Puedo hacer cualquier cosa

«Y entonces me licenciaré con matrícula de honor y me convertiré en un científico.

Y sé que puedo hacer eso porque fui a Londres yo solo, y porque resolví el misterio de ¿Quién mató a Wellington? y encontré a mi madre y fui valiente y escribí un libro y eso significa que puedo hacer cualquier cosa.»

Haddon, M., El curioso incidente del perro a medianoche. Barcelona: Salamandra, 2010, p. 266.

Creer en dios…

«La gente cree en Dios porque el mundo es muy complicado. Creen que es muy improbable que algo tan complicado como una ardilla voladora o el ojo humano o un cerebro llegue a existir por casualidad. Pero deberían pensar lógicamente, y si pensaran lógicamente, verían que sólo pueden hacerse esa pregunta porque eso ya ha sucedido y ellos existen. Hay billones de planetas en los que no hay vida, pero en esos planetas no hay nadie con cerebro para darse cuenta.»

Haddon, M., El curioso incidente del perro a medianoche. Barcelona: Salamandra, 2010, p. 205

El tiempo es un misterio

«Y esto significa que el tiempo es un misterio, y que no es ni siquiera una cosa, y nadie ha resuelto jamás el rompecabezas de qué es el tiempo exactamente. Y por eso, si te pierdes en el tiempo es como perderse en un desierto, sólo que no puedes ver el desierto porque no es una cosa.»

Haddon, M. El curioso incidente del perro a medianoche. Barcelona: Salamandra, 2010, p. 197.

La gente es perezosa

«Pero la mayoría de la gente es perezosa. Nunca miran nada. Hacen lo que se llama echar un vistazo, que es como chocar contra algo y continuar sin desviar el camino. Y la información en su cabeza es mínima.»

Haddon, M. El curioso incidente del perro a medianoche. Barcelona: Salamandra, 2010, p. 177.

Orión no es un cazador

«En cualquier caso, Orión no es un cazador o una cafetera o un dinosaurio. Es Betelgeuse y Bellatrix y Alnilam y Rigel y 17 estrellas más, de las que no me sé los nombres. Y son explosiones nucleares a billones de kilómetros de aquí.»

Haddon, M. El curioso incidente del perro a medianoche. Barcelona: Salamandra, 2010, p. 162.