Final

«¡Hacia ti ruedo, destructiva e inconquistable ballena, lucho contigo hasta el fin; te acuchillaré desde el centro del infierno, escupiéndote mi aversión con mi postrer suspiro! ¡Hunde todos los ataúdes y sarcófagos en una misma laguna, y como yo no he de tener ninguno, remólcame hasta hacerme pedazos, siempre en pos de ti, aunque sea atado a ti, ballena maldita!»

Melville, Herman. Moby Dick. Madrid: Alianza / El País, vol II, 2004, p. 370.

Ataque

«Y las lanchas se precipitaron al ataque; pero Moby Dick, enloquecida por los hierros recientes del día anterior, que le corroían, parecía poseída por todos los ángeles infernales.»

Melville, Herman. Moby Dick. Madrid: Alianza / El País, vol II, 2004, p. 364.

Golpe

«[…]  la ballenera del capitán, hasta aquel momento indemne, fue izada de pronto hacia el cielo como por cables invisibles, y la Ballena Blanca surgió del mar perpendicularmente y le dió tal embestida con su ancha frente que la envió por los aires dando vueltas […]».

Melville, Herman. Moby Dick. Madrid: Alianza / El País, vol II, 2004, p. 352-353.

Viento favorable

«Vengo a darle cuenta del viento favorable; pero favorable ¿a qué? Favorable para la perdición y la muerte…, es decir favorable para Moby Dick. Un viento favorable que no favorece mas que a aquel maldito animal.»

Melville, Herman. Moby Dick. Madrid: Alianza / El País, vol II, 2004, p. 298-299.

Oscuros

«¡No mires demasiado tiempo al fuego, oh humano! ¡No te duermas cuando empuñas el timón! No vuelvas la espalda a la brújula; atiende a las primeras indicaciones de la caña del timón. No creas en llamas artificiales. Mañana, con luz natural, brillarán los cielos; los que a la luz de las resplandecientes llamas parecía demonios aparecerán a la de la mañana con aspecto totalmente distinto y, desde luego, más amable. El sol glorioso, dorado alegre, es la única lámpara verdadera. ¡Todo lo demás, pura ficción!»

Melville, Herman. Moby Dick. Madrid: Alianza / El País, vol II, 2004, p. 193.